Natalia Lacunza (Pamplona, 1999) es una artista y compositora que ha trazado su propio camino dentro del nuevo pop español, eludiendo etiquetas fáciles y apostando por una propuesta emocionalmente honesta y formalmente libre. Su música habita en un lugar intermedio entre la sensibilidad alternativa y el alcance popular, moviéndose con naturalidad entre la canción íntima, el R&B ralentizado y una electrónica que nunca eclipsa el mensaje.
Su irrupción pública se produce en 2018, cuando participa en la décima edición del programa Operación Triunfo. Sin embargo, es a partir de ese momento cuando comienza realmente su camino artístico: con la publicación de sus primeros EPs —Otras Alas (2019) y EP2 (2020)— Natalia empieza a definir un lenguaje propio, vulnerable pero no frágil, donde la voz y la emoción funcionan como ejes centrales.
En 2022 lanza su primer álbum largo, Tiene que ser para mí, donde muestra una evolución compositiva notable y una creciente seguridad creativa. El disco marca también su consolidación en el circuito de directo, con una gira que la lleva por los principales festivales y salas del país, ampliando y fidelizando una audiencia diversa y profundamente conectada con su discurso.
Natalia forma parte de una generación de artistas que, como Amaia, Guitarricadelafuente o Sen Senra, desafían los límites del mainstream desde la independencia estética. Aunque vinculada a una gran discográfica (Universal Music), su proyecto se ha caracterizado desde el inicio por un control artístico sostenido, una búsqueda permanente de autenticidad y una gestión personal consciente de las dinámicas de la industria.
Con el tiempo, su proceso creativo se ha vuelto más colaborativo y depurado. La apertura a trabajar con otros productores y músicos —especialmente en su último álbum, N2STAL5IA (2025), producido por Pau Riutort— ha sido clave para encontrar nuevas formas de narrarse sin traicionar la esencia. “Nos atascamos muchas veces en nuestras propias ideas. Contar con más cerebros pensantes ha sido liberador”, ha declarado.
Su trayectoria refleja un aprendizaje constante, no solo en lo musical sino en lo vital: el cuidado del proyecto, la capacidad de decisión, la escucha del propio instinto y la necesidad de proteger la emoción como centro de su obra. En sus propias palabras, “he aprendido a liderar el proyecto pase quien pase por él”.
Entre sus influencias musicales destacan artistas como Billie Eilish, James Blake, Bon Iver, Nina Simone o Charles Aznavour. Pero más allá de los nombres, su música se construye desde un imaginario profundamente personal, donde conviven la melancolía, la pulsión de lo íntimo y una sensibilidad vocal que ha madurado con el tiempo.
En la actualidad, Natalia Lacunza sigue siendo una de las voces más singulares y coherentes de su generación. Su carrera es el reflejo de una evolución sin prisas, de una apuesta constante por la sinceridad artística, y de una forma de estar en la música que no responde tanto a modas como a una necesidad interior de contar(se).

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